miércoles, junio 01, 2005

8...

Dana ha estudiado desde muy pequeña. Ha hecho su mejor esfuerzo, siempre en busca de la perfección. Sacó las mejores calificaciones en la escuela con tal de que su madre la dejara seguir bailando.

El escenario, las luces, la música, la danza. Fue a los cuatro años cuando por primera vez vio un espectáculo de danza contemporánea y quedó fascinada. No pudo pensar en otra cosa.

Ahora Dana tiene 17 años. Ha estado en diferentes presentaciones pero nunca ha obtenido un papel estelar. En esta profesión la edad cuenta mucho y sabe que ahora debe ser más competitiva que nunca si quiere sobresalir.

Faltan sólo cuatro días para la audición para la que se ha preparado durante meses y siente que el mundo se le viene encima. Esa chica Erika, a sus 15 años la ha superado bastante. Si no se pone lista, seguro el papel principal se lo quedará ella otra vez. Erika, maldita Erika.

Son las nueve de la noche. Dana ya debería dejar de ensayar, no ha parado desde la once de la mañana. Habría llegado más temprano si su mamá no hubiera insistido en que comiera algo antes de irse.

No ha parado, suda copiosamente y simplemente no lo logra. Su rutina es defectuosa, a cada minuto más. Su obsesión no le deja ver que es fatiga lo que entorpece sus movimientos.

Se levanta, gira, pierna derecha al aire un giro, dos, piso, gira en el suelo, se arquea, es como un animal en una danza de la muerte, pero sigue, se levanta, se agita y un charco le sudor la hace resbalar cayendo violentamente doblando su muñeca.

-AAah. ¡Aaaagh! No es justo. No es justo. Esa maldita Erika. ¡Todo es su culpa! Ella qué sabe, ¡nada! “Esto no es cuestión de talento, es cuestión de alma” me dijo Rodolfo cuando entré a este grupo. ¡Y de qué me sirve el alma! Si los papeles se los dan a quién tiene menos tiempo pero “más talento”. Yo me esfuerzo, día a día. Ella sólo tiene suerte.
¿De qué me sirve el alma ahora? ¿De qué? No me ha dado ni un estelar y yo les he entregado todo. ¡No quiero alma, no la necesito!-

Una sombra contestó.

¿Necesitas más un estelar que tu alma?


Dana sin pensar contesta
-Vaya que sí.-


Dana se levantó sobre sí misma. Giró y se deslizó como un cisne. Viró levantando la cabeza y, desde el suelo, adherida a él convirtióse en una goma grácil y rítmica. Bailó hasta llegar a la pared por la que subió como si siguiera en el piso.

El éxtasis, el asombro, la pasión hizo que se le erizara la piel. Seguía bailando mientras su cuerpo recreaba todo lo que su mente imaginaba. Tocó el techo y siguió. Más, y más… hasta que la euforia se convirtió en otra cosa. Su mirada se transformó en un gesto terrible, una mueca de felicidad aterrante y mal venida se dibujó en su cara mientras se toma de la lámpara del techo comprendiendo…que nunca más podría dejar de bailar.


Y a ti… ¿cuántos te han escuchado hoy?


Graysun

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