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Hay algunos lugares en la Ciudad de México que parecen haber sido hechos para pensar, sólo eso, pensar.


Niño.- ¡Hola!

Gabriel.- ... Hola.

Niño.- ¿Qué haces?

Gabriel.- Nada.

Niño.- No puedes estar haciendo "nada". ¿Estás pensando?

Gabriel.- ¿No estás muy chico para estar aquí tú solo?

Niño.- No.

Gabriel.- ¿Cuántos años tienes? ¿8?

Niño.- ¿Por qué estás triste?

Gabriel.- No estoy... (suspiro) nada. Es muy complicado.

Niño.- Cuéntame, yo sé escuchar.¿Cómo te llamas?

Gabriel.- Gabriel.

Niño.- Te llamas como un amigo mío.

Gabriel.- Estoy a punto de separarme de mi mujer.

Niño.- ¿Por qué?

Gabriel.- Las cosas ya no funcionan.

Niño.- ¿Ya no la quieres?

Gabriel.- Creí que no pero, ahora que se va... ya no sé. Me siento muy mal. Además, si lo pienso, creo que todo fue muy rápido, parce que todo hubiera pasado en sólo 13 días. Todavía recuerdo claramente el día en que la conocí. No quiería dejar de verla, necesitaba que ella me hablara.
¿Por qué te cuento esto? eres un niño, no debes preocuparte por esas cosas, ya no me hagas caso. Vete a jugar.

Niño.- Si la quieres, dicelo, si no, deja que alguien la quiera.

Gabriel.- La amo. Ese es el problema. Si sólo la quisiera sería más fácil pero, lo que siento es tan fuerte que duele. Lo que hace, lo que me dice. Duele más que nada.

Niño.- Entonces también dícelo. El problema de los adultos es que hacen que todo se
convierta en problema. Dile que la quieres, dile que te lastima, entonces... si ella también se siente como tú... ¿no crees que te enterarías de cosas que ni te imaginas?

Gabriel.- Suena fácil.

Niño.- Hazlo fácil. Ya no tienes nada qué perder.

Gabriel.- jaja. Dicen que los niños siempre tienen la razón.

Niño.- Y si no... por lo menos hablamos con razón.

Gabriel.- ¿Y si fallo?

Niño.- Ya sentías que ya habías fallado. ¿Cuál sería la diferencia?

Gabriel.- La diferencia... dependerá de mi... ¿cierto?...¿no?... niño... ¿niño?